¿Re-hacer la vida?
En charla reciente con uno de mis mejores amigos, a partir de una peli que vio, surgió la reflexión sobre el asunto ese de «rehacer la vida» luego de un duelo amoroso (entiéndase quiebre, divorcio, viudez). Le comentaba del caso de aquel caballero, divorciado y con hijos, que hace ya varios años, luego de un café —y habiéndole compartido lo tanto que disfruto cada cosa que hago—, en tono decepcionado me dijo que él «sí quería rehacer su vida».
Y reflexionábamos cómo, al menos todavía en nuestra generación, nos vendieron la idea de la vida en pareja como única forma de vida (deseable). Entonces, luego de una ruptura, o una pérdida (y a veces sin haber sanado del todo el duelo) se busca otra persona, porque así aprendimos que se debe vivir. Y si acaso no se encuentra pareja a las primeras de cambio se tiene, precisamente, esa sensación de «fracaso».
Como mujer con 14 años de vida fuera de la institución matrimonial, sin haber tenido «pareja estable» todo este tiempo, me resulta casi escandalosa la idea de sentirme fracasada por permanecer soltera. Sería injusto conmigo misma no reconocer que en verdad he sido muy feliz estos años. La vida no es fácil, claro, hay momentos en los que no encuentras la puerta; se viven tristezas, como cualquiera. Mi abuelita falleció en 2014 y, sí, fue una pérdida muy fuerte. Pero también han sido años súper productivos, con logros personales, profesionales, académicos y creativos.
En estos 14 años de soltería he escrito alrededor de 7 libros. He viajado. He estudiado. He tenido empleos maravillosos. He visto crecer a mi cría y hemos construido una vida amorosísima. He colaborado en proyectos fascinantes que me han llenado de satisfacciones, experiencias felices y logros. He compartido momentos muy dichosos con familia, amigos y amigos que son familia. Me volví editora de una revista de divulgación literaria. He conocido a seres humanos extraordinarios, personas luminosas que han llenado mi vida de amor, amistad y dicha. He compartido música y libros con mis personas más importantes. He visto incontables puestas de sol y lunas llenas.
Soy una romántica, es cierto, pero el amor de pareja no es una condición para la felicidad. El amor, en todo caso, se suma a la felicidad con la que andamos por la vida. Y, sí, lo cierto es que he sido muy feliz. Y, no, no quiero «rehacer mi vida». Quiero vivirla, y ya.