Linner

«Linner (meal), a meal between lunch and dinner also known as lupper».

Esta casa la habitamos mi cría y yo… y tres michis. Nuestras rutinas son sencillas: trabajo y escuela, de lunes a viernes; compromisos o actividades sociales/culturales, los sábados; y todos los pendientes del hogar, en domingo.

El domingo, claro, despertamos tarde. Supongo que tenía puntos a favor en eso que llaman «karma», porque la cría nunca madruga en los días de descanso. Ambas somos dormilonas profesionales. El desayuno dominguero, entonces: tarde. Cuando más temprano, antes del mediodía.

De ahí que terminamos haciendo nuestra comida ya entrada la tarde. Algo así como un linner (o lupper), como suelen llamarle en inglés. De todos los días, el domingo es cuando más disfruto mi cocina. Los alimentos se preparan con calma, entre tandas de lavadora y vueltas a los discos de vinilo. Nadie lleva prisa.

Ya son más de diez años así.

Poco sabe una lo que la vida depara en el futuro (poco supo antes, en el pasado, y el futuro sucedió; tomó su propio curso lo mismo que un río que se desborda y busca nuevo cauce). En el andar y en el hacer, somos: construimos —de pronto con planes, de pronto a ciegas— el porvenir. Los domingos son refugio dulce, pausa sutil entre el tiempo que nombramos «semana». La vida, afuera, sigue de prisa. Pero, aquí, en casa, el tiempo se navega a otro ritmo los domingos.

Algún día recordaré todo esto: el disfrute gozoso en la mesa, las charlas con la cría… los planes. En fin, poco sé del futuro que no sean los pasos con los que construyo… y los sueños. Los sueños a los que aún me abrazo.

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¿Re-hacer la vida?

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2024