De la noche, grillos, estrellas y almohadas...
Y a la noche vamos, a su oscuro abrazo, al suave cantar de grillos [que finalmente no es canto, sino un frotar de alas de los machos para atraer a las hembras]; al aroma del jardín que descansa, al titilar de estrellas [o tiritar, azul y lejano, como bien apuntó Neruda]; al montón de sueños que dejamos bajo la almohada [para consultar en caso de emergencia]; a la noche, pues, desvistiéndonos del día y sus andares, para quedarnos —igual— en la más oscuramente honesta de nuestras versiones... hasta mañana.